Foresta Vins
Nuestros vinos: varietales, frescos y elegantes
El paisaje: macizo del Garraf
¿Sabías que el Macizo del Garraf es conocido de antiguo como una tierra de vinos excepcionales? Las cepas del Garraf crecen en terrenos muy pobres. Dan pocas uvas, pero de gran intensidad y concentración.
El Macizo es nuestra casa. Trabajamos 60 hectáreas situadas en el pueblo del Arboçar y sus alrededores. Los viñedos están plantados en terrazas con márgenes de piedra seca centenarios. Los terrenos son tan delgados que las raíces enseguida chocan con una cama de piedra caliza por donde se cuela el agua de lluvia.
Es un paisaje que hay que recorrer con la mano abierta, tocando los matorrales de romero, poniol, té de roca, ajedrea, tomillo, hinojo… Rodeando las viñas crece el pino carrasco, las encinas y también la única palmera de origen europeo: el palmito. Quien se levante temprano quizá llegue a cruzarse con los habitantes del monte, presididos por el jabalí y por el zorro que nos hace de tótem.
Alrededor del mediodía, como un reloj, estas colinas sedientas reciben la marinada que sube desde Sitges y Vilanova. Es un aliento fresco, húmedo y un poco salado que da la vida a nuestros viñedos, especialmente en los días más calurosos del verano cuando la uva se encuentra en pleno proceso de maduración.
Nuestros vinos aspiran a reflejar este paisaje: Son concentrados, salinos, y recuerdan a los aromas de sotobosque que perfuman este paisaje único.
Cómo trabajamos: vinos ecológicos con espíritu de bosque
En el viñedo no utilizamos ni pesticidas ni herbicidas, y trabajamos para restaurar el equilibrio de los suelos. Al mismo tiempo, redescubrimos el valor patrimonial de nuestros márgenes y barracas de piedra seca, y trabajamos para protegerlos. Somos, en primer lugar, conservadores de paisaje.
Los vinos de Foresta nacen de nuestros viñedos más altos, los que suben allá donde la tierra cultivable es más delgada y las cepas dan menos producción. Muchas de ellas limitan con el monte, fuente de biodiversidad y también de un cierto equilibrio climático. Son parcelas con diferentes orientaciones respecto al sol y al mar, que nos aportan racimos de caracteres muy diversos. Tenemos el gran lujo de poder elegir.
Cogemos las uvas a mano para poder seleccionarlas de entrada, y transportamos a la bodega en cajas pequeñas. Cada parcela se vinifica por separado, siempre respetando la levadura propia de cada viñedo y del bosque que lo rodea. A partir de aquí, el trabajo en bodega se centra en preservar todas estas características únicas, y conseguir que el espíritu del monte llegue a tu mesa con la máxima pureza.